Según los cánones estéticos actuales, la eliminación del vello corporal, no es sólo una práctica habitual, sino un aspecto de la vida socialmente obligado.
La depilación o eliminación del tallo piloso es un procedimiento instaurado en nuestra sociedad desde antiguo como un hábito cosmético de realización periódica. La depilación puede realizarse por métodos temporales o definitivos; los métodos temporales, simplemente eliminan de forma parcial (afeitado), o completa (tracción por pinzas o cera) el tallo piloso –epilación-, con recrecimiento del pelo. Sin embargo los métodos definitivos buscan la eliminación total o parcial del número de folículos en el área de tratamiento.
La fotodepilación es la eliminación de los folículos pilosos mediante fuentes de luz coherente (láser) o luz no coherente (IPL o luz pulsada intensa). Estos sistemas buscan la destrucción selectiva del folículo piloso, respetando al máximo las estructuras adyacentes al mismo: dermis y epidermis (“destruir la unidad folicular sin quemar la piel”). El resultado se obtiene al utilizar pulsos de luz de alta energía con tiempos de emisión muy cortos. Cuando la temperatura es suficientemente alta, acontece un daño irreversible en las estructuras del pelo, evitando que se produzca un nuevo crecimiento. Debido a que sólo podemos actuar sobre el pelo en crecimiento activo y a causa de las diferentes fases del folículo (crecimiento, degeneración y reposo), es comprensible que se necesiten varias sesiones para saberse liberado de ese vello que acompleja, estorba, o simplemente no gusta.
La utilización de equipos de luz pulsada y láser para depilación comienza a mediados de los noventa en los países desarrollados. Los primeros equipos de luz pulsada (IPL) no aparecieron hasta 1996, los primeros láser de Alejandrita en el 97 y los láser Diodo en 1998.
En sus principios y basados en la poca experiencia las expectativas en depilación eran bastante optimistas. La mayoría de los estudios recalcaban una efectividad generalizada muy prometedora en todas las zonas. Así, se aceptaba que con aproximadamente cuatro sesiones se podría alcanzar una depilación permanente y estética en el tiempo.
Pronto la experiencia nos ofreció una perspectiva más realista y nos mostró que efectivamente hay zonas donde la depilación se consigue con un número reducido de sesiones (principalmente aquellas donde el pelo tiene una distribución fisiológica: axila, ingles, medias piernas...), pero existen otras con características propias como son las de las regiones de cara y cuello o la depilación masculina.
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